40 años de branding en estado puro

Hace 40 años que Apple nos ha demostrado, más allá de las pasiones u odios que suscita la marca, su capacidad para comunicar. Eso es indiscutible. Los chicos de la manzana vuelven a hacerlo. Dan en el clavo. Cuatro décadas de hitos memorables, que no se ciñen a vídeos emocionales o a frases y vídeos de Steve Jobs. La palanca de comunicación la han puesto en un recorrido visual y muy sobrio por los namings de sus productos y claims.

40 años en palabras, no tienen por qué valer menos que 40 años en imágenes. En esta semana que Appleversario, sus fantásticos 30 segundos de branding en estado puro.

No es infidelidad

Soy una fiel (especial valor tiene esta palabra para este post, amigos) seguidora de la comunicación de ING Direct. En esta ocasión vuelven a hacer gala de que la simplicidad en muchas ocasiones es la clave para sorprender, cautivar, arrancar una sonrisa y meterse al cliente en el bolsillo.

Además de contar con copies que describen muy bien cada uno de sus productos, saben escoger muy bien las historias que nos cuentan. Hoy han decidido que era necesario hablar de fidelidad y es que recién estrenada la primavera es un tema que puede interesar a más de uno. El hit de los 70, El jardín prohíbido, con acento italiano firmado por Sandro Giacobbe hace el resto. Buen rollo al máximo aunque se trate de un banco. Me atrevería a decir que es el tipo de piezas que desmitifican la imagen de todo un sector, como sucede a menudo con bancos. Ya tengo lovemark bancaria.

 

La publicidad bebible está aquí

Aunque no estamos muy acostumbrados a este tipo de acciones a caballo entre publicidad tradicional y acciones tecnológicas, merece la pena dedicar algo de tiempo a estas aproximaciones a un nuevo tipo de acciones que seguramente no protagonizan los grandes festivales de publicidad, pero que sin duda muestran una dosis de innovación y vanguardia muy interesante.

De la mano de Ogilvy Paris nace esta campaña que bajo el paraguas de la publicidad bebible invita al público a conectarse con una vieja app como Shazam para descargar un código canjeable y efectivamente beberse una Coca Cola Zero. Una forma de inspirar para hacer las cosas de una manera diferente.